jueves, 25 de octubre de 2007

UNA CITA

Aunque tenía la esperanza de que el ánimo tranquilo con el que comencé esta semana se mantuviera durante un largo tiempo, me bastó abrir los ojos esta mañana para descubrir que no podía ser posible que tan grata sensación se mantuviera indefinidamente.

En cualquier caso,me tranquiliza haber recuperado hace días ya, el aislamiento y la paz momentanea que me proporciona reencontrarme con el placer olvidado de disfrutar de una buena lectura.

Lo he vuelto a comprobar una mañana más,durante el breve paréntesis que a diario nos evade a mi libro y a mi hasta aislarnos en la más íntima complicidad mientras acudimos juntos al trabajo y que me permite, aunque solo sea por unos minutos, concertrarme hasta conseguir evadirme de la maraña de pensamientos y sentimientos que hace muchos meses que me hacen presa.

Entre otros pensamientos, esta semana me debatía entre acudir o no a la ejecutiva que tendría lugar en el partido a las 19,30h. Mientras este pensamiento merodeaba en mi cabeza yo leía estas líneas :

"Me parecía que merecía la pena al menos una felicitación anónima.

No creía que fuera vanidad por mi parte desear esa pequeña gratificación.Al fin y al cabo también tenía derecho a gratificaciones.No éramos fieles cristianos que debíamos hacer profesión de humildad y sacrificios".

(Lidia Falcón, "Al fin estaba sola")

Es evidente que se puede estar en desacuerdo con otros múltiples aspectos que plantea esta obra.Puede ser fácil aprovecharse del sacrificio de los ciegos apasionados exigiéndoles cada vez más pero cuando la pasión remite y en su descanso ven pueden perderse muchos acólitos;solo los tontos quedan entonces.









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